¿Traiciona la 4T los Derechos Indígenas con la Cruz Monumental en Cancún?
El ambicioso proyecto de la Catedral de la Santa Cruz en Cancún, con una inversión de 90 millones de pesos, ha encendido un intenso debate. Entre los elementos más controvertidos se encuentra la propuesta de colocar una cruz monumental de 25 metros sobre una pirámide maya, un gesto que algunos consideran una falta de respeto hacia el patrimonio cultural y espiritual de los pueblos originarios. Este caso pone en el centro del debate la protección de los derechos indígenas garantizados tanto por la Constitución mexicana como por tratados internacionales.
¿Un símbolo de fe o un acto de apropiación cultural?
El diseño arquitectónico de la catedral busca combinar elementos de la cultura maya con la religión cristiana, pero la cruz sobre una pirámide ha sido señalada como un acto simbólico que revive el despojo cultural sufrido durante la colonia.
En México, las pirámides mayas son consideradas sagradas y forman parte del patrimonio intangible de los pueblos indígenas, protegido tanto a nivel nacional como internacional
En nuestra Constitución en su artículo segundo, así como en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificado por México, establece que los pueblos indígenas tienen derecho a la conservación de su cultura, tradiciones y símbolos. El artículo 5 de este convenio obliga a los Estados a respetar la importancia especial que los pueblos indígenas otorgan a su patrimonio cultural y espiritual.
La colocación de una cruz cristiana sobre una pirámide maya evoca episodios del periodo colonial, cuando las estructuras prehispánicas fueron destruidas o reutilizadas para imponer una religión ajena a los pueblos originarios. Este proyecto corre el riesgo de repetir simbólicamente esa historia, ignorando las sensibilidades culturales y espirituales de la comunidad maya.
Propuestas para un diseño respetuoso
Líderes de opinión y defensores de los derechos indígenas sugieren reconsiderar el diseño de la catedral. Una alternativa sería inspirarse en la arquitectura maya sin apropiarse de sus símbolos sagrados, promoviendo un espacio que celebre tanto la espiritualidad cristiana como el respeto a la cultura indígena. Además, se plantea la necesidad de una consulta previa, libre e informada, como lo establece el Convenio 169, para garantizar que las comunidades indígenas participen en las decisiones que afectan su patrimonio.
Este proyecto pone en evidencia la necesidad de reflexionar sobre cómo integrar el desarrollo urbano y turístico con el respeto por los derechos culturales de los pueblos originarios. La Constitución mexicana y el convenio 169 ofrecen el marco jurídico necesario para garantizar que este tipo de iniciativas sean inclusivas y respetuosas. El éxito de la Catedral de la Santa Cruz no solo dependerá de su diseño arquitectónico, sino también de su capacidad para construir puentes entre culturas y evitar la perpetuación de heridas históricas.