La leche radioactiva de Chernobyl que fue distribuida por la CONASUPO
El 06 de abril de 1986 sucedió uno de los desastres humanos más terribles del planeta, cuando la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en Chernobyl, Ucranacia, que entonces formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, explotó. El accidente sucedió durante una prueba que suponía un simulacro del corte de energía eléctrica, pero un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central nuclear produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. El desastre llegaría a México en forma de corrupción y leche radioactiva.
De la explosión de Chernobyl a la leche radioactiva
Al instante murieron 131 personas, mientras que 135,000 tuvieron que se evacuadas. Sin embargo, los daños y los efectos de la radiación se extendieron por Europa central y septentrional, donde se vio afectado el medio ambiente y las producciones agrícolas.
Pese a que el gobierno soviético hizo hasta lo imposible para ocultar los efectos de los sucedido, pronto se empezó a vislumbrar la verdadera magnitud de la catástrofe. Entre los lugares más afectados se encontró Irlanda, país al que viajó una nube de radioactividad entre el 2 y el 4 de mayo, según los informes de Nuclear Energy Board de Dublín. Debido a que se trataba de una temporada de lluvias, la radiación afectó cosechas, animales y territorio.
Aunque se tuvo conocimiento de lo sucedido, Irlanda decidió no emitir alertas a los países de América que importaban productos. Así fue que el Gobierno de México, que compraba toneladas de leche en polvo para la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO), adquirió leche radiactiva que se distribuyó entre los niños más desfavorecidos del país.
Sin embargo, la responsabilidad no sólo recayó en el gobierno irlandés y en la empresa distribuidora Irish Dairy Board, ya que tanto la Organización Mundial de la Salud como el embajador de México en Brasil, Antonio González de León, emitieron una alerta al gobierno mexicano informando que la leche estaba contaminada con partículas de Cesio-137, sustancia altamente tóxica.
Por su parte, el gobierno encabezado por Miguel de la Madrid optó por ignorar las alertas, pues la compra de la leche suponía ahorro en el presupuesto, ya que Irish Dairy Board estaba rematando el polvo para recuperar las ganancias de la producción láctea. Mientras en Europa se destruían toneladas completas de alimento, en México el gobierno adquiría leche contaminada para realizar jugosos negocios multimillonarios.
Corrupción y muerte
Entre junio y agosto de 1986 llegaron de Irlanda cinco barcos que transportaban leche en polvo contaminada. México no exigió ningún certificado de seguridad a Irlanda. Otros tres cargamentos ingresaron a México entre junio y noviembre de 1987. En ese entonces la empresa paraestatal CONASUPO era la única autorizada para la importación de leche.
En costales de 25 kilogramos, la leche de la CONASUPO era blanco del robo por parte de funcionarios públicos y transportistas. Debido a la sustracción y consumo de la leche, al poco tiempo el vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo, quien comandaba de la Tercera Zona Naval de Veracruz, informó de los daños a la salud de varios elementos del cuerpo de infantería. El jefe de la cocina explicó que todos los productos alimenticios eran de la mejor calidad, salvo la leche que había sido comprada con trabajadores del Puerto de Veracruz, quienes se la había robado al gobierno.
Ante ello, Rodríguez Gordillo envió una muestra de la leche a Miguel Ángel Valdovinos, físico que presidía la jefatura de análisis nucleares de la planta nuclear de Laguna Verde en Veracruz. Inmediatamente se emitió una alerta sobre la leche contaminada que estaba ingresando a México.
Los estudios de Valdovinos demostraron que la leche contenía Estroncio-90, un componente de residuos nucleares, y Cesio-137, el cual era 10 veces superior a lo que un ser humano puede tolerar. El consumo de ambas sustancia trae como consecuencia cáncer, cirrosis y malformaciones en los fetos.
Aunque la la Secretaría de Marina supo a tiempo que la leche estaba contaminada, hizo oídos sordos, argumentando que ya estaba preparada para su hidratación. Ante la insistencia del vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo, los altos mandos de la marina desaparecieron los expedientes y acusaron al Miguel Ángel Valdovinos de escasa capacidad intelectual.
La leche radioactiva, ¿un mito urbano?
Posteriormente, el vicealmirante fue removido de su cargo y trasladado a Colima. Años después se le inventaron cargos de traición a la patria y fue sometido a juicio militar, pero logró librarse de una sentencia. Sin embargo, fue torturado y acusado de liberar material radioactivo en Laguna Verde.
La corrupción en torno a la leche contaminada manchó a varias instituciones, incluyendo a la UNAM, casa de estudios que acusó el tema de la radioactividad como un mito urbano.
Debido a que la CONASUPO tenía el monopolio de la leche en aquel entonces, el alimento no sólo se distribuyó a través de sus tiendas. Parte del polvo también fue vendido a empresas privadas trasnacionales, algunas de las cuales realizaron estudios independientes que certificaban que la leche sí estaba contaminada. Debido a lo anterior, las dimensiones del daño aún son incalculables, sin embargo, se sabe que el cáncer infantil aumentó en un 300% en México.
Aunque en la década de 1990 se creó una comisión legislativa para buscar sanciones por la leche contaminada, ningún funcionario público piso la cárcel. Cabe destacar que en 1986 el titular de la CONASUPO era Raúl Salinas de Gortari, hermano del futuro presidente Carlos Salinas de Gortari. La trama de negocios y corrupción de la leche radioactiva no ha podido ser desentrañada, pues son numerosas las irregularidades en la importación y distribución de la misma.
Réplica del jugoso negocio de la leche en Argentina
Lamentablemente, el modus operandi no fue exclusivo del gobierno mexicano, ya que en Argentina el gobierno también optó por hacer negocios a través de los programas sociales y la distribución de leche radioactiva. En 1991, el gobierno encabezado por Carlos Menem lanzó el Plan Nacional de Salud Materno Infantil, encargada de distribuir leche a los más desfavorecidos. Al lanzarse la licitación, la empresa del consejero presidencial Carlos Spadone ganó automáticamente, dando el monopolio de forma indirecta al gobierno en turno.
En noviembre del mismo año, el gobierno argentino comenzó la distribución de la leche Jorgiano, misma que era adquirida en un 90% a distribuidores de Holanda y Francia. Del mismo modo que en México, inmediatamente comenzaron las denuncias y los casos masivos de enfermedades estomacales, consecuencia del consumo de la leche.
Tras las primeras pruebas científicas se comprobó que la leche estaba contaminada y que había sido adquirida a productores afectados por la explosión de Chernobyl. La leche se vendió a sobreprecio al gobierno, generando un negocio multimillonario para Spadone.
Aunque en Argentina la distribución de leche radioactiva si supuso debate público, juicios y renuncias de altos funcionarios de gobierno, de facto la causa quedó impune. Del mismo modo que en México, ha sido imposible hacer un recuento de los daños.